La fiché desde lejos, moviendo su cintura,
y al ritmo de su cuerpo, mi mirada bailó.
Se rompían los espejos, reflejando su hermosura
se rompían los esquemas, de mi pobre corazón.
Dichoso si es que existe, el dueño de esta perla,
de esta obra de arte, de esta boca de miel,
le dije y ahí nomás, a pesar que existía,
ni papel ni biromes: Derechito al hotel.
Supe que era casada con problemas de pareja,
y que no soportaba gente de mal humor,
supe que enloquecía con los besos en la oreja
que en la cama y desnuda, baila mucho mejor.